Estoy saliendo del ómicron. Estamos bien, mi niño y yo. Llevamos más de una semana encerrados, todavía no se van completamente los síntomas. 

Quiero escribir sobre mis planes, pero me detiene un silencio. No tengo claro lo que va a suceder dentro de este año... de hecho supongo que muchas personas están con la misma incertidumbre, gracias a este virus del mal. 

Bien, pues justo la semana que inicié mi tratamiento para la ansiedad y el insomnio, fue cuando me contagié. El punto es que al fin acepté dar el paso de buscar ayuda nuevamente. Han sido unas semanas tan extrañas, desde antes de iniciar este año. Creí haber dado un avance y al parecer retrocedo dos pasos. He estado leyendo, informándome, documentándome... y bueno, acepto que todo esto que siento es normal. Y a pesar de que da la sensación de que el tiempo se detiene, los días pasan, quiero creer que va a pasar este episodio. Mi hijo merece más que esta mamá. 

Mi cabeza da vueltas, pienso en mayo, la audiencia. Mi interinato que está en riesgo, las deudas que debo saldar... la casa que sigue deteriorada y no le he hecho nada. Me veo al espejo y no me gusta esa mirada, ni mi aspecto. Pero sé, estoy convencida que después de esto me voy a convertir en una mujer distinta. Algo dentro de mi está haciendo revolución, no sé si eso sea crecer, o simplemente adaptación al cambio. 

Tengo claro que quiero salir de aquí, del lugar donde estoy ahora. Tengo claro que quiero darle mejor educación al niño, que me falta estar más cerca de él para empujarlo a que aproveche su potencial, sé que tiene un potencial enorme, más de lo que yo pueda imaginar. Tengo claro que no me quedaré estancada, que ya di un paso grande en mi trabajo... que tuve la valentía de pelear por algo que iban a arrebatarme, supe arriesgarme y lo hice de forma asertiva, cautelosa e inteligente. Al menos, me siento orgullosa de mi en ese aspecto. Saber que aunque emocionalmente mi vida ha sido caótica, profesionalmente voy avanzando, lento, pero lo hago. Hoy recibí correo de mi titulación, así que también esa es buena noticia. 

Tengo claro que debo ser agradecida. Estoy agradecida, lamento olvidar esa parte a veces, por estar tan ensimismada. Y bueno, de algún modo, lo voy logrando. Ser y estar. 

La parte más complicada es aceptar mis carencias afectivas. Pensar en todo el tiempo transcurrido y saber que tuve una disonancia cognitiva terriblemente larga... y una codependencia fatal. Trato de asimilarlo y dejarlo en el pasado, enterrar lo que fue y no fue. Soy muy exigente conmigo, que no me he perdonado del todo. Tantos errores, tanto llorar, tanto lamento, tanto vivir con esa lucha interna sobre lo que yo quería, yo pensaba, yo hacía... Dios, sé que hay casos mucho más graves, realmente nocivos. Y yo he tardado demasiado en recuperarme del todo. He estado leyendo historias terribles de violencia doméstica... en realidad no estuve en una situación mortal, pero tengo muchas secuelas. No deseo victimizarme. Acepto todo, acepto mi parte en la que estuve muy mal y cometí errores. Sabes? debería tener un terapeuta ya. Veré qué pasa y cómo me siento en estas dos semanas, para saber si retomo las sesiones, aunque implique un gasto. 

Y bueno, entre otros planes hay un viaje en el verano. Debería estar más motivada por eso. No quiero ser adicta a los fármacos, pero en serio, siento que no estoy bien de mis emociones. Me levanto porque tengo un hijo, me levanto porque tengo un trabajo. Pero motivaciones, esas se me están esfumando. Deseo recuperarlas, deseo renacer. Deseo que esto no sea palabra muerta, y me sirva como una especie de catarsis para continuar con ganas. Seguir, vivir. Trascender.

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