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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Todo lo que tengo que decir.......

No me arrepiento

El otro día, leí un post que me hizo llorar. He intentado superarlo, pero he comprendido que no se trata de eso. Es cuestión de vivir el presente sin permitir que el pasado te detenga. Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas (Ec. 7, 10) Yo extraño mi vida en Aguascalientes. Quien ha vivido la experiencia de intercambio sabe lo que se siente. Quien compartió con más gente lo mismo, las mismas historias, con esa vibra que sólo se genera una vez, en un sólo espacio, lo sabe. El clima, la gente, la escuela, el paisaje, la ciudad, el acento, mis amigos, todo. Los cafecitos del centro, los partys, las caminadas por tierras desconocidas. Los viajes, los conciertos. Mis tres trabajos. Ja, si. Mis tres trabajos! el tiempo se me fue en un abrir y cerrar de ojos... cuando menos pensé, ya estaba pisando Mexicali. Fue hermoso verlos a todos de nuevo, a mi gente cachanilla, a mi familia. Pero dejé una vida que ya quería. Una etapa que me encantó

Ya me lo decía mi madre: tú siempre te quedas con los problemas de los demás.

Hay cada historia en esos chamacos rebeldes... hoy me sentí impotente. A veces las ganas de ayudar no son suficientes. Y qué se hace? Este día recordé por qué siempre quise estudiar psicología. Tengo un propósito ahora, un compromiso con ellos. Tengo un motivo para saborear esta oportunidad. No lo encontraba. Todo va lento, pero va. Mientras la propuesta sigue en pausa, mi compromiso debe avanzar. He dicho.

Me cuesta

escribir de ti. Demasiado fuerte en tan poco tiempo. Demasiado intenso. Demasiado hombre, demasiado amor. Demasiados cambios. Demasiadas despedidas. Demasiado llanto. Sigo construyendo nuevamente mis alas rotas, pero me faltan elementos. Pierdo el ánimo, luego lo tengo y al instante las alas al suelo otra vez. Se repite, se repite, se re-pi-te. El clima no ayuda.

Ya terminé!

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Fui feliz ese día. Cómo les platico que en cada sístole y diástole la emoción aumentaba. El jueves 30 de octubre fue la misa. Un deleite total Su palabra. Fue a partir de ese momento que me cayó el veinte: el día de mi graduación había llegado. No lo percibí ni en los preparativos, ni en los pagos (que cómo me mortificaron), ni al tener mi traje sastre o mi vestido en las manos. Fue en la misa cuando entendí que mi graduación, la que veía lejos, por fin había llegado. El Viernes 31 la ceremonia que creí se tornaría larga y aburrida (por ser de tres carreras juntas), se convirtió en un evento ameno que disfruté tanto como pude. Rosa María Méndez mi madrina de generación, se llevó la mañana con su discurso tan original como sólo ella sabe hacerlo, al lograr que tanto graduados como acompañantes vibraran el teatro del estado con sus risas. Pero más vibramos con sus palabras sinceras aquellos que la admiramos. Fue un placer compartir ese momento con personas brillantes, con compañeros y am