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Mostrando entradas de diciembre, 2010

Interpreta el clima

Que el viento de esta noche te susurre al oído un te quiero... desde lejos, desde el jacal.  Y si llueve, que el agua moje tu rostro lentamente, y te recuerde lo que aún lloro por ti.  Si mañana amanece nublado, te dirá el cielo de la nostalgia que me invade al pensarte. Cuando brille nuevamente el sol y te roce su luz, imagina ese instante en que nos volvamos a encontrar. 
estoy loca.

Gracias

Por dar lo mejor de ti, siempre. Por tu apoyo incondicional en todo momento, hasta en los momentos más difíciles. Por tu amor que siempre estuvo presente.  Por ser un maravilloso hombre que lo único que hizo fue entregar el corazón. Por los días compartidos, las risas, los llantos, las charlas, discusiones, aventuras... por lo vivido. Por demostrarme que es posible volver a creer en uno mismo y en los demás.  Por haberme mostrado esos destellos de luz cuando más los necesitaba. Por confiar, entregarte, por amar. Te llevaré por siempre conmigo...  perdóname, pero así es la vida a veces, aunque busque explicaciones no las hay. Porque así somos. Hoy nos duele, pero va a sanar. No fue bueno, pero fue lo mejor.

Noche de octubre

Aquella noche de octubre la luna iluminaba más que de costumbre y la casa permanecía en silencio. Él se disponía a escribir en su laptop, como a diario lo hacía, a altas horas de la noche. Prefería hacerlo lejos del bullicio, sin interrupciones ni ruidos. Sus libros y una taza de café eran sus fieles acompañantes durante cada velada. Aquel hombre disfrutaba ese momento como si fuese un encuentro con Dios, un destello de paz y armonía que lo embriagaba de felicidad y le inyectaba una chispa de energía para continuar perseverando por su más anhelado sueño: ser escritor.  Aquella misma noche, pasaba algo extraño en él... no lograba iniciar su prosa. A su mente llegaban diferentes entradas, pero al escribir la frase la leía y la borraba al momento. Nada le convencía. Se quitó los lentes en varias ocasiones y bebía sorbos de café... volteaba a sus libros y se preguntaba si algún día podría estar su nombre en uno de ellos, así como el de García Márquez, Carlos Fuentes o Antonio Gala. Pero él

Las decisiones más importantes se toman con el instinto no con la razón

Lo dijo una amiga. Qué frase tan letal. ¿Por qué nos cuesta tanto trabajo decidir? por qué nos aferramos a abrir ese círculo que termina por ponernos tristes? o por qué nos aferramos a seguir viviendo un círculo vicioso que parece no tener final, cuando en realidad sabemos a conciencia que todo basta con decidir... por qué nos faltará valor? pereza? miedo? comodidad? mediocridad? qué es???? Lo que sea... pero parece ser especie de venda en los ojos que no nos permite avanzar. ¿por qué esperar tanto? ¿por qué mantener la espera?? Qué complicado. Yo no quiero herir sentimientos. Y eso me mantiene pasiva. No más tormentos por favor... No más pruebas... sólo quiero paz. Y si tomo esta decisión con el instinto, supongo que será lo mejor. Y supongo que mi vida dará un giro total de 360 grados. Me estresa el entorno. El dar explicaciones a los demás. La presión de que ¿para cuándo?? y ¿por qué tanto tiempo?? Quisiera subirme a un cohete y observar la tierra como un punto en el espacio...  O
Enmudezco. ¿En qué estás pensando? me dice. -en nada. Y me atrevo a inventar excusas.  ¿qué tienes? -nada. 

Mundo pequeño

Ayer tuve noticias tuyas, sin querer. Tengo raros sentimientos. Con ganas de verte. 
En estos momentos, me hace me haría tanto bien escucharte. Que me aconsejaras, que me iluminaras como siempre lo hacías.  Que me recordaras lo importante que es creer en mí misma y me ayudaras a ver las cosas de otra manera. A pesar de tu ausencia, estoy tranquila, intento mantenerme firme. Sin temer. Hago de cuenta que estás aquí, a mi lado. Y es milagroso lo que Dios hace, porque respiro paz, en medio de la tormenta.  Hoy enfrenté las consecuencias de defender mi ética profesional. Es duro.

Miedo

Querido diario: tengo miedo. Me asusta tener miedo.  Tenía 3 meses en el vientre de mi madre cuando ella, mi papá y mi hermano viajaron al Grullo, Jalisco. El camión era tan viejo, de esos que ya casi no se ven, de aquellos donde los pasajeros hasta gallinas subían.  Era de noche y el cielo empezó a tronar. Pronto la lluvia comenzó a bañar los campos y arreció la tormenta. Mi madre sólo cerraba los ojos y temía lo peor: que el camión se cayera al voladero, mientras subía los caminos horribles por los cerros.  Para qué vinimos Dios, pensaba mi madre. Que no nos pase nada, rogaba en su interior. Pero mi papá jamás sintió preocupación alguna. Para él era cotidiano atestiguar una escena de esas. Trataba de calmar a mi mamá, pero sólo empeoraba las cosas.  Nada malo pasó aquella vez, sólo el susto de mi progenitora fue el drama de la noche. Finalmente hay algo que me queda claro... las madres embarazadas transmiten a sus bebés lo que sienten. Y lo heredan.  Me hubiera gustado que mi madre