Siempre a contratiempo. El corazón acelerado, la mirada desconectada y los labios secos.
Ayer fue el desastre total. La crisis que debía reventar hace días, como olla de vapor que a fuego lento se cocina, terminó por estallar.
Hoy: un respiro nuevo. Mil mortificaciones, mil pendientes... y pocas horas para dormir.
Pero, sabes qué? Aún así lo disfruto. La noche no me alcanza. El día tampoco. Dame 5 minutos Padre... para cerrar mis ojos y agradecerte esta sonrisa que todavía puedo dibujar con orgullo, con tranquilidad, con pasión.
Gracias, otra vez.
Comentarios