Casi mitad de año
y sigo aquí. Con todo y la misma carga de recuerdos inútiles... quisiera echar todo lo malo en un saco y aventarlo lejos, lejos... donde no quepa posibilidad de levantarlo.
Será que todas las mujeres debemos pasar por una situación de éstas? Creí que ya había superado las pruebas suficientes para lograr ser fuerte, tenaz.
Pero no. Me he desconocido hasta en los detalles más simples. Mis reacciones, mis pensamientos. Definitivamente me he hecho daño. Y qué voy a hacer? soportar. Esa es la palabra. Soportar el proceso de duelo.
Espero no tardar mucho en sanar. En olvidar. Me siento tan cansada emocionalmente, fatigada de llorar. Hoy mi mente voló demasiado insistiendo en desaparecer el dolor... para mi sorpresa, estuve a punto de caer desmayada. Fue como si me hubiera dejado caer en las manos de Dios, para que me sostuviera como alguna vez lo hizo en el pasado. Fue una entrega, de mi misma. Toda yo, con mis ideas suicidas y sentimientos encontrados... sentimientos de culpa, coraje, tristeza... fue bajar la guardia y decir: no puedo más, sé tú quien me cargue Padre.
Pero hubo algo, una fuerza que quedaba en mí, quizá la lucha por no permitirme caer por completo al suelo y no desvanecerme. Quizá fue Él quien me envió esa pequeño instante, para decirme: sigue adelante, tú puedes. Y abrí los ojos, descubriéndome avergonzada por desear morir. Qué tonta.
Un rompimiento no merece esas ideas. No es una tragedia, sólo una experiencia más.
Y adelante... que venga lo mejor... por favor!
Será que todas las mujeres debemos pasar por una situación de éstas? Creí que ya había superado las pruebas suficientes para lograr ser fuerte, tenaz.
Pero no. Me he desconocido hasta en los detalles más simples. Mis reacciones, mis pensamientos. Definitivamente me he hecho daño. Y qué voy a hacer? soportar. Esa es la palabra. Soportar el proceso de duelo.
Espero no tardar mucho en sanar. En olvidar. Me siento tan cansada emocionalmente, fatigada de llorar. Hoy mi mente voló demasiado insistiendo en desaparecer el dolor... para mi sorpresa, estuve a punto de caer desmayada. Fue como si me hubiera dejado caer en las manos de Dios, para que me sostuviera como alguna vez lo hizo en el pasado. Fue una entrega, de mi misma. Toda yo, con mis ideas suicidas y sentimientos encontrados... sentimientos de culpa, coraje, tristeza... fue bajar la guardia y decir: no puedo más, sé tú quien me cargue Padre.
Pero hubo algo, una fuerza que quedaba en mí, quizá la lucha por no permitirme caer por completo al suelo y no desvanecerme. Quizá fue Él quien me envió esa pequeño instante, para decirme: sigue adelante, tú puedes. Y abrí los ojos, descubriéndome avergonzada por desear morir. Qué tonta.
Un rompimiento no merece esas ideas. No es una tragedia, sólo una experiencia más.
Y adelante... que venga lo mejor... por favor!
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