Maktub

Hoy como de costumbre la felicidad termina por causarme miedo... pero también emoción.
Una mezcla de adrenalina, armonía y libertad que navega por mis venas me basta para sentir que no quepo en mi propio cuerpo. Sublime es la palabra.
Demasiada ternura para la mujer que pensó no volver a ese camino: el de los riesgos.
Qué extraña sensación...
Soy una niña. Esta vez, quiero serlo. Aunque mañana quizá cambie de opinión; de todos modos no olvido que son las decisiones quienes rigen esto y no las emociones. Las dos van en mi barco y quiero cargar con ellas, porque son las que sostienen mi timón.
Estoy agradecida con la vida y no me puedo permitir no expresarlo. Creo que evitarlo no podría, pues los ojos no mienten... esta vez el espejo me lo dijo... y supongo que se burló de mi; después de tantas veces de discutir frente a él y terminar hablándole patéticamente de lo que debo y no debo hacer, ahora tengo la impresión de que se rió al sentir mi silencio. Qué ironía... lo percibo todo perfecto y luego un "no puede ser" que aparece la mente dibuja una sonrisa diferente en mi rostro. Tal vez estoy soñando. La diferencia es que ahora no suelto mi par de alas que en ocasiones por soñar ilusamente terminaban rotas y dañadas. Adiós burbujas de cristal que me ataban a lo irreal... piso el suelo y lo siento, eso es lo diferente. Qué fascinante.

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