El mismo cuento de siempre, quédate ahí, no te muevas.

Sospechaba la forma en que esto se trabaja, más que sea evidente ante mis ojos, cómo les diré... duele.

Sospechaba de haraganes, rufianes, corruptos, garrapatas. Conocerlos no es nada grato.

Cuando me dicen: quédate ahí, sólo callo. Requiero paciencia hoy más que nunca para estar realmente comprometida. Paciencia, disciplina y humanidad.
Humanidad es lo que falta.

Por otra parte, trabas y más trabas.
La única luz por el momento, son los padres de familia, que al parecer estarán ahora trabajando a la par con nosotros.
Dios nos ayude.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Réquiem por una ciudad tranquila

Ghosting