Se supone que este tiempo debería servirme para estar en paz, para reflexionar y estar mejor. En realidad no es así. Estoy en paz en el sentido de que ya no estamos discutiendo, se acabaron las peleas. Pero los sentimientos de tristeza y angustia permanecen. Rezo mucho, pido, imploro serenidad. Ya no le veo ni pies ni cabeza a esta relación, no quiero por enésima vez forzar lo que no hay, ya no pretendo insistir. He bajado la guardia para lo que venga, sea bueno o sea malo. Estoy dejando que todo fluya con todo el dolor de mi alma, pues esta vez siento que es el final. En el fondo deseo que no lo sea, quisiera que ocurriera un milagro, un acto de fe en él y en mi... pero ya no sé si es demasiado tarde para eso. Estamos tan desconectados y molestos uno con el otro. Es complicado. No aprendo a ser práctica.

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