Se supone que este tiempo debería servirme para estar en paz, para reflexionar y estar mejor. En realidad no es así. Estoy en paz en el sentido de que ya no estamos discutiendo, se acabaron las peleas. Pero los sentimientos de tristeza y angustia permanecen. Rezo mucho, pido, imploro serenidad. Ya no le veo ni pies ni cabeza a esta relación, no quiero por enésima vez forzar lo que no hay, ya no pretendo insistir. He bajado la guardia para lo que venga, sea bueno o sea malo. Estoy dejando que todo fluya con todo el dolor de mi alma, pues esta vez siento que es el final. En el fondo deseo que no lo sea, quisiera que ocurriera un milagro, un acto de fe en él y en mi... pero ya no sé si es demasiado tarde para eso. Estamos tan desconectados y molestos uno con el otro. Es complicado. No aprendo a ser práctica.
Réquiem por una ciudad tranquila
Que la ciudad ha cambiado bastante; que la modernidad la ha transformado; que antes se respiraba tranquilidad en este Estado y ahora, se ha convertido en una zona de narcotráfico y por ende, de violencia e inseguridad. No, definitivamente Aguascalientes ya no es lo mismo de antes... lo dicen todos. El vecino, el taxista, el político, el maestro, el compañero de la escuela que refleja en sus crónicas ese sentimiento de nostalgia al ver a su ciudad transformada, transmutada, aniquilada por quienes tienen sed de renovarla y modernizarla. Porque los cambios no han sido únicamente sociales, dicen. Esta transfiguración abarca la estructura y arquitectura que viste a la tierra hidrocálida. Recuerdo con singular agrado aquél día cuando estando en mi lugar de nacimiento, llamado Mexicali, recibí la noticia tan esperada: te aceptaron en la UAA. Me bastaron unas horas para comenzar a investigar todo lo que podía para ir conociendo al menos en fotos, la ciudad de Aguascalientes. Mi destino en lo
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