Confesiones

 Decidí ser madre,  a pesar de todo. Sabía que estaba dentro de una mala relación y no pensé la gravedad del asunto, estaba completamente en una situación codependiente. Duele como si nunca terminara de sanar, el saber que elegí mal, que mi hijo trae genes de una persona agresiva, que no puedo cambiar ese hecho. Ahora me queda un trabajo valioso, la crianza, formarlo en valores,  enseñarle a vivir sin lastimar a los demás.  Brindarle el apoyo y la seguridad para que sea un hombrecito con buena autoestima, confianza en sí mismo,  que se sepa inteligente pero que no caiga en la arrogancia. Que sepa diferenciar reclamar sus derechos a exigir sin fundamentos. 

Tiene un temperamento dócil pero a la vez se enfrasca en su opinión y suele ser muy obstinado aún sabiendo que está equivocado. Ese es mi mayor temor, que vaya creciendo y evadir se convierta en su mecanismo de defensa. Hablo mucho con él,  le explico del modo que me entienda, le pongo ejemplos, también le he gritado cuando ya me agota la paciencia y de ningún modo se retracta. Me preocupa eso. 

Hay tantas cosas que preocupan cuando se es madre. Es tan fácil opinar, juzgar, decirle a los demás qué y cómo resolver los problemas con los hijos. Quisiera que la gente callara. Si supieran lo frustrante que es a veces lidiar con la vida, y que llegue alguien a querer ordenar cómo deberías hacerlo, eso me agota, me molesta. Sé que en su mayoría no es con mala intención,  pero estoy un poco harta. 

Quiero escribir sobre lo difícil que es ser madre separada. Tengo 36 años, a pesar de haber vivido con el padre de mi hijo durante 10 años, siento que por fin he cerrado ese capitulo.  Me costó mucho entender por qué me aferré tanto tiempo a algo que sabía no me hacía feliz. Mi proceso de duelo, este último, fue en torno a sanar mis propias heridas, a perdonarme,  a dejar de reprocharme y combatir la culpa. La culpa,  la reina de mis malditas malas decisiones trágicas.   Y me di cuenta que aunque me considero una mujer preparada, independiente,  con metas en la vida y con convicciones, una parte de mi es demasiado frágil y manipulable. Intento agradar a quienes quiero, intento quedar bien con todos y siempre termino quedando mal a alguien, Eso es agotador y nada sano. 

Hoy me molestan varias cosas. Por ejemplo que me subestimen, que no confíen en mis capacidades.  Que me utilicen para sacar un beneficio. Me molesta que me digan qué hacer en lugar de sugerirme, lo cual es muy diferente. Me molesta que crean que voy a tomar en cuenta el qué dirán. Siempre traté de respetar a todos, familia y amigos, y jamás he intentado ordenarles qué hacer de sus vidas. 

He querido ser buena hija, respetar a mis padres y hermanos. Soy la rara de los tres lo reconozco. También me ha costado trabajo admitir que tuve mucho tiempo un sentimiento extraño,  no sé si celos, tristeza, envidia. Solo sé que era algo que me lastimaba. Hasta que lo acepté, me liberé y me perdoné por ser distinta. Finalmente no tengo la culpa de mi genética,  pero si de mi carácter y aunque mi personalidad tal vez no sea compatible con ellos, no significa que valgo menos y que me quieran menos. Es extraño, es la primera vez que lo escribo. 

Ahora mismo tengo un conflicto,  conmigo misma y con mi madre. Entiendo que ella quiere protegerme y se preocupa por mi. Y entre tanto me ha dicho que me comporte y piense como una señora de mi edad. 

No sé,  mi mamá siempre ha sido muy de mente abierta,  eso sí mujer de una sola pieza, con valores muy definidos, directa y ecuánime. Muchas de mis amigas quisieran tenerla de madre. Luego pienso, por qué es así conmigo? Es doloroso que no confíe en mi. Duele que me quiera tratar como niña y no, no quiero ser caprichosa, intento aclarar mi pensamiento.  

Supongo que al final tiene razón, debo ser prudente. No salir. No estar con nadie. El problema es que conocí una persona que me brinda tanta paz y que realmente me agrada.  Pero bueno, debo comportarme como una señora. Lo que va a pasar es que hablaré con él y antes de que esto avance me voy a alejar, no se merece que le esté cancelando y cambiando de planes. 

Así mi vida. Así mis decisiones. Quise ser mamá, me olvido de lo demás. 

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