La Gerardada
Me complace decir que tengo una familia extraordinaria. Recordar aquellas navidades en las que todos los primos corríamos por toda la casa de mi nana y se escuchaba una gritería por doquier, mientras las tías chismeando y riendo a carcajadas de cualquier anécdota o loquera que alguien contara, lugar a parte de los esposos, "los hombres", aquellos machos que se quedaban afuera en la fogata con su cheve en mano, platicando quién sabe de qué (nunca fue curiosidad escuchar sus conversaciones).
Recuerdo cómo todos los primos preguntábamos a cada momento: ¿a qué hora vamos a abrir los regalos? Jaja, qué bonitos tiempos. El arbolito de navidad vestido de aquellas esferas de colores (de esas que se quiebran casi con tan sólo tocarlas) y esos foquitos envueltos en unos picos medios raros, de los cuales nunca entendí el diseño y por cierto, nunca me terminaron de gustar (prefiero los foquitos de esos lisos, donde la tira es de un solo color).
Ah, qué bonita familia diría mi primo David. Pero esos, eran otros tiempos. Los primos ya crecimos; el más chico, el Juan ya cumplió 13. Ya a nadie le entusiasma que llegue la navidad para abrir los regalos. Ahora, los primos mas grandes se van a casa de sus novias. Mi prima la Brenda, ya se casó y trajo al mundo a un niño hermoso al que puso como el papá (qué raro), David. Este niño es el que más va a disfrutar de los regalos los siguientes años, porque ya no hay más pequeños en la family.
Pero, ¿qué tiene que ver la navidad con estas fechas, 05 de Mayo, cuando lo más congruente tal vez sería hablar de la Batalla de Puebla?... Mmm, pues resulta que últimamente los he recordado mucho. Son ya casi 4 meses fuera de mi casa, de mi gente. Mi Bataquez. Añoro verlos. Aunque debo reconocer que si estoy lehos, es porque así lo decidí y hasta el momento, no me arrepiento. Recordarlos me hace fuerte. No niego que a veces los extraño que cierro mis ojos y antes de abrirlos de nuevo quisiera tenerlos frente a mi para abrazarlos y verlos nuevamente. Jajaja, extraño esas risas. Esas voces golpeadas que parecen gritos. Sobretodo de mi hermana, la Eliza. "Sinfonolas Cachanillas", jaja, así le digo cuando mis tímpanos comienzan a resentir los estragos de su melodioso timbre. Extraño esa vibración de mis tímpanos. También cuando me habla mi ma. Bueno, debo decir, cuando me habla enojada. Esa señora sí que tiene un timbre bastante ensordecedor cuando se enfurece. Digamos que no es muy enojona, porque hasta eso que tiene paciencia antes de gritar. Pero cuando su límite se agota, pobre del que esté a un lado, porque no hay quien le ponga un alto a la hora de deshagorar su sentimiento. Ay Chepa, extraño tu vicio de repetir una y otra vez lo mismo cuando estas enojada.
Ella es todo lo contrario a mi pa. Mi apá es tan pacífico, que a veces me pregunto, ¿cómo diablos se pudo casar con mi ma, que es tan explosiva? Bien dicen que polos opuestos se atraen. Mis chepos. Cómo los quiero.
Quisiera hacer una reseña de cada uno de mis parientes. Son tan cómicos a veces, jajaja! Pero creo que sería infame intentar hacerlo, porque son demasiados. Entre primos, hermanos, tíos, papás, somos "un chorro"! Bastante locos, por cierto. Aaahh, pero eso me encanta. Y los pleitos también, jaja, me dan risa. Más cuando las tías empiezan a renegar de cosas que ni tienen sentido (bueno, al menos para mi) que si no tengo cigarros, que si la casa tiene que estar limpia en todo momento, que si mi nana quiere más a una de sus hijas... de verdad que a veces siento que desgastan demasiadas energías en pequeños detalles que no son tan importantes como ellas piensan. Pero bueno, son las tías y hay que respetarlas.
Y mis primos, ay son tan... tan... tan... diversos. Ja, ja! Desde los que les gusta andar de pirujos por doquier, hasta los bunburistas enajenados que viven relajadamente en un mundo musical que les satisface sus sentidos de artistas y deportistas. Primas, pues sólo tengo 2. Ahora que lo pienso, nunca hemos salido juntas de party. Bueno, creo que será lo primero que haré al llegar allá a mi tierra: primas, vámonos de bitches. Jajaja. Uoops, Brendita, ni pex, tú ya eres harina de otro costal.
Ah qué melancólica estoy. Pero a mí la melancolía es alimento para el alma. Porque recuerdo que tengo una familia fabulosa, de la cual me siento orgullosa. Por eso en vez de "awitarme" me pongo feliz, porque agradezco a la vida haberme regalado a esta gente. No cabe duda, "qué bonita familia".
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